La esquizofrenia sigue siendo una enfermedad olvidada: sin causas claras, sin biomarcadores objetivos y con tratamientos limitados. En este artículo se abordan los retos actuales desde la investigación básica hasta el impacto social. Los investigadores reclaman más inversión, modelos realistas, estrategias multidisciplinares y la participación activa de pacientes y cuidadores para avanzar hacia soluciones reales.
A pesar de afectar a millones de personas en todo el mundo, la esquizofrenia sigue siendo uno de los grandes enigmas de la medicina moderna. Sus causas siguen sin esclarecerse, no existen biomarcadores que permitan un diagnóstico objetivo, y los tratamientos actuales, aunque necesarios, están lejos de ser curativos. Mientras otras enfermedades avanzan hacia terapias personalizadas y soluciones innovadoras, la esquizofrenia parece haberse quedado atrás, relegada por la falta de inversión y de atención social.
En un artículo reciente publicado en Archives of Psychiatric Nursing se plantean las principales carencias en el abordaje de esta enfermedad desde una triple perspectiva: la biológica, la clínica y la social.
Una enfermedad de origen incierto
En primer lugar, la falta de comprensión sobre su origen impide diseñar tratamientos eficaces. La esquizofrenia no es una sola entidad, sino probablemente un conjunto de síndromes aún mal definidos. En nuestro laboratorio de investigación básica y traslacional exploramos mecanismos celulares implicados en la enfermedad, como la poda sináptica (la eliminación de conexiones entre neuronas) excesiva durante el desarrollo cerebral.
En segundo lugar, la ausencia de biomarcadores fiables nos obliga a seguir diagnosticando sobre la base de observaciones clínicas subjetivas. Avanzar hacia un diagnóstico más preciso implica integrar genética, neuroimagen y neuropsicología, y estamos contribuyendo a ello mediante el estudio de biomarcadores en líquido cefalorraquídeo y riesgo genético.
En tercer lugar, los tratamientos actuales no abordan todos los síntomas relevantes. Las terapias existentes siguen centradas en los síntomas positivos, como las alucinaciones, pero fallan frente a los síntomas negativos y cognitivos, que afectan directamente la funcionalidad del paciente. Nuevas terapias como el fármaco de administración oral Cobenfy, un medicamento que actúa sobre receptores colinérgicos, aprobado por la FDA y pendiente de aprobación en Europa, abren una ventana de esperanza, pero son avances aún incipientes.
Además, los modelos animales o celulares actuales no reflejan fielmente la complejidad humana de la enfermedad. Necesitamos enfoques más realistas, como el uso de células madre inducidas derivadas de pacientes, capaces de generar neuronas específicas y permitir el estudio personalizado de la esquizofrenia.
Participación de los pacientes y familiares
Pero no todo es ciencia: la participación activa de pacientes y familias en la investigación es clave. Iniciativas emergentes y promovidas desde la enfermería, como los «espacios terapéuticos reservados» en unidades de salud mental, son un buen ejemplo de cómo el hecho de escuchar al paciente puede mejorar tanto la calidad asistencial como la investigación. Frente a este panorama, es imprescindible una mayor inversión pública, no solo en investigación biomédica, sino también en estrategias educativas y sociales que reduzcan el estigma. Solo así podremos avanzar hacia una visión más humana, comprensiva y efectiva de la esquizofrenia.
Referencia:
Constanza Morén, A grain of sand for schizophrenia: Unmet needs. Arch Psychiatr Nurs. 2025 Apr:55:151857. Epub 2025 Mar 11. PMID: 40204369. doi: 10.1016/j.apnu.2025.151857
Autora del artículo divulgativo:
Constanza Morén Núñez
Barcelona Clínic Schizophrenia Unit, BCSU, Neuroscience Institute, Hospital Clínic of Barcelona Schizophrenia Research Group, Institut d’Investigacions Biomèdiques August Pi i Sunyer (IDIBAPS)
Department of Basic and Clinical Nursing, Facultad de Enfermería, Universidad de Barcelona
Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental, CIBERSAM, Instituto de Salud Carlos III
Fuente: Scientias
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