Investigadoras de las universidades de Valencia y Zaragoza han estudiado cómo la reserva cognitiva, una capacidad construida a partir de los buenos hábitos intelectuales, sociales y físicos a lo largo de la vida, influye en el funcionamiento cerebral en personas mayores. Tras evaluar a 74 adultos hallaron que quienes tenían mayor reserva mostraban una actividad cerebral más eficiente. Estos resultados destacan la importancia de la reserva cognitiva acumulada a lo largo de la vida para un envejecimiento cerebral saludable.
¿Por qué algunas personas mayores conservan sus habilidades mentales intactas, mientras que otras empiezan a notar signos de deterioro? La respuesta no está solo en la genética, sino en una poderosa aliada construida a lo largo de la vida: la reserva cognitiva.
¿Qué es la reserva cognitiva?
La reserva cognitiva es la capacidad del cerebro para adaptarse y resistir los efectos del envejecimiento o del daño cerebral asociado a enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, a accidentes cerebro vasculares, a un traumatismo craneoencefálico o a otras condiciones que comprometan su funcionamiento. Esta capacidad se construye a lo largo de la vida mediante hábitos intelectuales, sociales y físicos como estudiar, leer, hablar varios idiomas, resolver problemas, tocar un instrumento, socializar o realizar ejercicio físico regular, entre otros.
Gracias a esta reserva dos personas con un daño cerebral similar pueden mostrar síntomas muy distintos. Es decir, no se trata solo de cuánto se deteriora el cerebro, sino de cuánta capacidad tiene para resistir y qué tan preparado está para compensar el daño.
En un estudio reciente publicado en la revista Frontiers in Aging Neuroscience, investigadoras del Grupo Neurociencia Social Cognitiva de la Universidad de Valencia, junto con la Universidad de Zaragoza, hemos analizado cómo la reserva cognitiva influye en el funcionamiento cerebral de personas mayores sanas. Para ello, se evaluó a 74 adultos de entre 55 y 74 años, que fueron divididos en dos grupos según su nivel de reserva cognitiva, determinado a través de un cuestionario que recogía información sobre su formación académica, trayectoria laboral y participación en actividades culturales y de ocio.

En el estudio, todos los participantes se sometieron a una evaluación neuropsicológica detallada que incluyó pruebas de memoria, de atención y de fluencia fonológica y semántica. Además, se registró su actividad cerebral en estado de reposo mediante electroencefalografía (EEG), una técnica que permite registrar la actividad eléctrica del cerebro sin necesidad de realizar tareas específicas.
Actividad cerebral más eficiente
Los resultados de las pruebas neuropsicológicas no mostraron diferencias significativas entre los grupos. Sin embargo, los registros de EEG sí revelaron diferencias claras: las personas con alta reserva cognitiva presentaron menor actividad en las bandas theta y delta, frecuencias cerebrales asociadas al esfuerzo cognitivo y al envejecimiento. Esta menor actividad sugiere que su cerebro está “más en reposo”, lo que se interpreta como un signo de mayor eficiencia.
En otras palabras, las personas con mayor reserva no es que piensen más rápido o recuerden más cosas, sino que necesitarían menos esfuerzo cerebral para rendir igual. Su cerebro ahorra recursos.
Los datos obtenidos apoyan la idea de que la reserva cognitiva actúa como una red de apoyo. Mientras quienes tienen menor reserva parecen reclutar más regiones cerebrales para rendir igual, quienes tienen mayor reserva necesitan menos esfuerzo neuronal. Por eso, muchas personas con signos iniciales de enfermedades como el Alzheimer pueden tardar años en mostrar síntomas evidentes: su reserva cognitiva les protege.
Enfrentar mejor los efectos del envejecimiento y del Alzheimer
En conclusión, nuestro estudio confirma que el cerebro de las personas mayores con alta reserva cognitiva trabaja de forma más eficiente, incluso cuando su rendimiento es similar al de quienes tienen menos reserva. Esta eficiencia, reflejada en una menor actividad cerebral para lograr el mismo desempeño, podría ser clave para enfrentar mejor los efectos del envejecimiento y de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.
La reserva cognitiva no se construye en la vejez, sino que se acumula a lo largo de la vida. Es el resultado de años con hábitos que estimulan el pensamiento, la curiosidad y la interacción social. Por eso, invertir en reserva cognitiva es esencial para llegar a la vejez con un cerebro fuerte y funcional.
Referencia:
Perez V, Hidalgo V and Salvador A (2025) Linking cognitive reserve to neuropsychological outcomes and resting-state frequency bands in healthy aging. Front. Aging Neurosci. 17:1540168. https://doi.org/10.3389/fnagi.2025.1540168
Autores del artículo divulgativo:
Vanesa Pérez Cabrera
Grupo de Neurociencias Social Cognitiva
Departamento de Psicobiología
Universidad de Valencia
Vanesa Hidalgo
Grupo de Neurociencias Social Cognitiva
Departamento de Psicología y Sociología
Área de Psicobiología
Universidad de Zaragoza
Alicia Salvador
Grupo de Neurociencias Social Cognitiva
Departamento de Psicobiología / IDOCAL
Universidad de Valencia
Fuente: Scientias
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