Un grupo de investigación de la Universidad del País Vasco ha comparado siete sistemas de etiquetado nutricional de Europa, Oceanía y América del Sur y ha determinado que apenas coinciden a la hora de definir si los alimentos cocinados son saludables. Por lo tanto, las investigadoras concluyen que hace falta desarrollar un nuevo sistema para evaluar la calidad alimentaria de los platos preparados.
Ante la creciente preocupación por los hábitos alimentarios de las personas, los gobiernos de todo el mundo han puesto en marcha diferentes esquemas de etiquetado nutricional para ayudar a los consumidores a realizar compras saludables. El grupo de investigación de Enfermería y Promoción de la Salud de la UPV/EHU decidió ir un paso más allá y, en vista de que cada vez comemos más fuera de casa, planteó la posibilidad de que los restaurantes también incluyeran información en sus cartas sobre si sus platos son saludables o no: “Del mismo modo que marcan si las recetas contienen alérgenos o son aptas para veganos, pensamos que sería bueno indicar si son saludables. En este contexto, queríamos averiguar si alguno de los sistemas de etiquetado nutricional que ya se utilizan a nivel mundial para evaluar productos procesados podía ser válido para evaluar platos cocinados. Así que comparamos siete métodos diferentes y encontramos tan poca consistencia entre ellos que consideramos que ninguno de ellos era adecuado para nuestro propósito”, explica Leyre Gravina, investigadora principal del estudio.
La investigación es novedosa dado que hasta ahora no se había comparado la reproducibilidad y concordancia de las etiquetas a nivel mundial en relación con los alimentos cocinados. Para realizar la comparación, se seleccionaron 178 platos mediterráneos servidos en la Escuela de Hostelería de Leioa y se evaluaron mediante los siguientes sistemas de etiquetado: Nutri-Score, los semáforos de Reino Unido y Ecuador, el método Mazocco, el sistema HSR de Australia y las etiquetas de advertencia de Uruguay y Chile. Los resultados revelaron discordancia entre todas las herramientas. En algunos casos las diferencias son más pronunciadas, pero en general el nivel de acuerdo es bajo. Por ejemplo, en cuanto al número de platos poco saludables detectados, los sistemas que más discrepan son Nutri-Score y el de Ecuador. El primero es el método que más recetas califica como poco saludables (38%), mientras que el segundo es el más liberal, ya que no califica ninguna como poco saludable.
Diferentes metodologías
El equipo de la UPV/EHU reconoce que esperaban diferencias porque los sistemas no utilizan las mismas metodologías y tienen en cuenta variables diferentes, pero les sorprendió el nivel de inconsistencia encontrado: “Las herramientas uruguayas o ecuatorianas solo tienen en cuenta el contenido de componentes poco saludables como el exceso de azúcar o grasas saturadas. Otros también tienen en cuenta nutrientes saludables como las legumbres y la fibra. Por eso, intuimos que los análisis podrían dar resultados diferentes, pero resulta que la discordancia es significativa incluso entre sistemas que evalúan componentes similares”, afirma Gravina.
Por ejemplo, Nutri-Score analiza 13 nutrientes y 9 de ellos están contemplados por el sistema HSR de Australia: calorías, azúcares, ácidos grasos saturados, fibra, fruta, verduras, frutos secos y proteínas. Sin embargo, aunque coinciden en muchos de los componentes que se deben analizar, la investigación reveló que la concordancia entre las dos herramientas de evaluación es solo moderada. Así lo ilustran los resultados del análisis de los postres: Nutri-Score clasifica un 6% como saludable, el sistema australiano un 25%.
La necesidad de diseñar una nueva herramienta
Según los autores del estudio, el bajo nivel de concordancia entre las diferentes etiquetas nutricionales indica que es necesario desarrollar estrategias más complejas para evaluar la calidad alimentaria de los platos preparados. Ante la falta de consenso a la hora de especificar qué es saludable, Gravina propone crear un método adaptado al contexto geográfico: “Ahora mismo no parece que un sistema universal pueda ser eficaz. Sería bueno empezar con herramientas de etiquetado que tengan en cuenta los alimentos locales y las realidades culinarias y socioculturales de cada país o región”.
Información adicional
Leyre Gravina es miembro del Departamento de Enfermería I de Leioa y sus principales líneas de investigación se centran en los efectos del medio ambiente sobre la salud, analizando ámbitos como la nutrición y la actividad física. Dirige el grupo de investigación en Enfermería y Promoción de la Salud e imparte docencia en el Grado en Enfermería y en el Grado propio de Atención Integral a Personas con Heridas Complejas, Crónicas y de Difícil Curación de la UPV/EHU. Además, dirige seis tesis doctorales en el Doctorado en Salud Pública y en el Doctorado en Medicina y Cirugía.
Fotografía: Julia Fernández Alonso, María del Mar Lamas Mendoza y Leyre Gravina Alfonso en el comedor de la Escuela de Hostelería de Leioa. | Foto: Laura López, Oficina de Comunicación. UPV/EHU.
Referencia:
Julia Fernandez-Alonso, María del Mar Lamas-Mendoza, Stuart D. R. Galloway and Leyre Gravina, Assessing the Validity of Front-of-Pack Nutrition Labels for Evaluating the Healthiness of Mediterranean Food Choices: A Global Comparison Nutrients DOI: 10.3390/nu16172925
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