Las plantas y macroalgas que crecen bajo el agua en lagos y humedales son clave, y entre las funciones que realizan, algunas pueden aminorar el calentamiento global. Un equipo de investigación de la Universitat de València ha estudiado cómo esta vegetación afecta a la emisión de gases de efecto invernadero que calientan el planeta, y concluyen que dicha vegetación sumergida no solo ayuda a reducir las emisiones de estos gases, sino que también mejora la “salud” de los ecosistemas acuáticos que habitan.
Las plantas y macroalgas que crecen bajo el agua en lagos, humedales y ríos son más importantes de lo que parecen. Estos organismos, denominados macrófitos, no solo están ahí para darle vida al paisaje o “decorar”, sino que también desempeñan funciones clave en la regulación de las emisiones de gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono (CO₂), el metano (CH₄) y el óxido nitroso (N2O). Por esta razón, y por otras muchas, se les considera auténticas ingenieras de los ecosistemas acuáticos.
No todos los macrófitos son iguales
En los sistemas acuáticos existen macrófitos de distintos tipos y no todos ellos contribuyen de igual manera a la función reguladora de las emisiones de gases de efecto invernadero, pues poseen, por ejemplo, rasgos funcionales distintos que afectan a dichas emisiones: unos crecen fuera del agua, otros totalmente sumergidos, los hay que son flotantes y otros poseen más material degradable a la hora de descomponerse, por poner unos ejemplos.
Hacen falta experimentos cada vez más complicados
Nuestro equipo ha investigado cómo distintos tipos de macrófitos sumergidos —desde macroalgas, como los carófitos, hasta verdaderas plantas sumergidas— influyen en la emisión de los gases de efecto invernadero. Para ello, hemos realizado diversos experimentos, aumentando cada vez más la escala espacial y temporal y la complejidad del sistema experimental.
Comenzamos usando pequeños frascos de laboratorio, pasando por tanques en una planta experimental de acuarios de la Universitat de València, para acabar con cercados al aire libre en un humedal artificial en el Parque Natural de l’Albufera de València.
En todos estos casos hemos analizado cómo afectan diferentes factores al papel regulador de la vegetación acuática sobre las emisiones de gases de efecto invernadero. Hemos tenido en cuenta factores como la calidad de la materia orgánica aportada por estos organismos al sistema, la temperatura y la cantidad de nutrientes (sobre todo la concentración de nitrato, un compuesto abundante en las aguas por efecto antrópico) en la columna de agua.
¿Y qué hemos descubierto?
La investigación nos ha permitido observar que, durante el día, los sistemas acuáticos donde están las plantas actúan como sumideros de CO₂, pues lo asimilan los macrófitos para realizar la fotosíntesis procedente del sistema atmósfera-agua. Sin embargo, para que esto ocurra, hace falta que exista una buena pradera de vegetación en la masa acuática (al menos 1 gramo de peso seco de macrófito por litro de agua).
Y el trabajo de esta vegetación sumergida no termina ahí. También hemos observado que facilitan el desarrollo de comunidades de microorganismos (bacterias y arqueas) que consumen metano antes de que este gas llegue a la atmósfera, lo cual es relevante porque el metano es un gas mucho más potente que el CO₂ en términos de calentamiento global. Además, ahora sabemos que no solo influye la cantidad vegetación sumergida que hay en un ecosistema, sino también de qué tipo es, la temperatura del agua y la cantidad de nutrientes disponibles. Por ejemplo, algunas plantas tienen raíces que liberan oxígeno en los sedimentos y crean ambientes que favorecen a las bacterias que se “comen” el metano, ayudando a mantener bajo control las emisiones de este gas.
Restaurar la vegetación
En resumen, mantener la vegetación acuática no solo ayuda a reducir las emisiones de gases que calientan nuestro planeta mediante el secuestro del carbono, sino que también mejora, en general, la salud de nuestros ecosistemas acuáticos, que son fundamentales para la biodiversidad y para la humanidad. Consideramos que habría que restaurar la vegetación en los ambientes acuáticos donde haya desaparecido, como solución basada en la naturaleza que contribuya a aminorar el calentamiento global.
Al conocer esto, la próxima vez que veas un humedal, un lago o un río, pensarás que bajo la superficie hay todo un “duro equipo verde” trabajando silenciosamente que protege nuestro planeta.
Proyecto coordinado PID2020-116147GB (C22 y C21), Ministerio de Ciencia e Innovación y FEDER, UE
Referencia
Rodrigo MA, Puche E, Muñoz-Colmenares M, Sánchez-Carrillo S. Vascular macrophytes versus charophytes: how the macrophyte type and warming affect the sediment microbial community and the production of greenhouse gases. J Environ Manage. 2025 Jun;386:125654. doi: 10.1016/j.jenvman.2025.125654. Epub 2025 May 11. PMID: 40354740.
Imagen destacada: Charophytes. Autor: Eric Puche
Autores del artículo divulgativo:
Maria A. Rodrigo, Eric Puche, Manuel Muñoz-Colmenares, Javier Armengol y Carla Olmo
Institut Cavanilles de Biodiversitat i Biologia Evolutiva
Universitat de València
Salvador Sánchez-Carrillo
Departamento de Biogeoquímica y Ecología Microbiana
Museo Nacional de Ciencias Naturales-CSIC (Madrid)
Fuente: Scientias
Artículo bajo licencia Creative Commons – Atribución (CC BY 4.0). Este artículo puede ser reproducido íntegramente siempre y cuando vaya firmado por los autores y se acredite SCIENTIAS como fuente, incluyendo el enlace a nuestra página.