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Educación, comunidad y arraigo: la fórmula para integrar a los jóvenes migrantes

Un estudio de la Universitat de Barcelona ha analizado la atención para los jóvenes migrantes que viajan solos en diferentes centros de Cataluña y destaca la importancia de un enfoque integral que aborde aspectos educativos, emocionales, sociales y culturales, además de promover la relación con sus familias para garantizar un apoyo más completo y efectivo.

El personal profesional socioeducativo que trabaja con jóvenes que migran solos se enfrenta al desafío de lidiar activamente con las políticas migratorias, que impactan en la provisión de servicios sociales, y de contribuir a la promoción de la justicia social. Los centros de atención a estas personas tienen entre sus funciones elaborar un Proyecto Educativo Individual (PEI) a partir de una evaluación inicial, con la finalidad de facilitar la educación integral promoviendo el desarrollo personal y social de estos adolescentes. Se trata del instrumento técnico utilizado por la persona educadora para definir y planificar la intervención educativa, dando respuesta a las necesidades individuales, lo que le convierte en el tutor o tutora de referencia.

En un artículo reciente publicado en Bordón. Revista De Pedagogía hemos caracterizado las modalidades y ámbitos de intervención socioeducativa que se desarrollan en los centros, unidades o servicios donde se atiende a menores que migran solos en Cataluña, desde la perspectiva de los actores involucrados: los jóvenes que han migrado solos a Barcelona, los educadores y las educadoras que trabajan en instituciones con estos jóvenes, y la dirección de los centros.

Integración de los menores en la comunidad

Los resultados de nuestro estudio identifican que la acción socioeducativa con los jóvenes que migran solos parte del mismo modelo educativo de ayuda y de sus cuatro principios aplicados con los demás jóvenes en los distintos centros y servicios analizados: la tutorización, la flexibilidad y la transversalidad. De estos principios, la integración de los menores en la comunidad es el eje principal que enmarca el trabajo en los centros y servicios que los acogen, mientras que la estimulación de la voluntad, participación y responsabilización de los menores se aborda de manera transversal en todos los aspectos que afectan a su desarrollo.

El principio de la individualización y el principio de ser sujetos con derechos y deberes se tienen en cuenta, según la tipología de centros y también según los profesionales. En este sentido, algunos centros y servicios apoyan la participación de los jóvenes en la elaboración de su Proyecto Educativo Individual, teniendo en cuenta sus expectativas e intereses, mientras que otros dan las mismas respuestas a todos los jóvenes. Por ejemplo, algunos profesionales buscan el recurso formativo que requiere el joven y otros ofrecen distintas formaciones porque creen que con eso tendrá más posibilidades en su futuro.

Dimensión intercultural

Por otro lado, la saturación de los servicios produce una intervención basada en la inmediatez, creando una atmosfera de aparente improvisación e informalidad, especialmente mencionada por los profesionales más jóvenes. A raíz de la investigación se añade un nuevo principio a los anteriores: la atención a la interculturalidad. La dimensión intercultural se considera un aspecto relevante en todas las entrevistas realizadas, siendo una cuestión tratada con bastante incidencia en los centros y servicios.

El principio subyacente es trabajar la globalidad del joven. En este sentido, la diversidad metodológica, la acción tutorial, la pedagogía del afecto y la pedagogía de la vida cotidiana son los ejes metodológicos que atraviesan estos ámbitos. Por un lado, en el ámbito cotidiano, el que se refiere a hábitos, autonomía, tiempo libre o adaptación al centro, se promueven actividades individuales y grupales de naturaleza variada. Por otro lado, en el ámbito sociofamiliar, es decir, la red familiar y la relación con la comunidad, la relación entre jóvenes y sus familias es un aspecto que se trabaja desde buena parte de los centros. En lo que respecta al ámbito emocional y relacional (que considera aspectos más personales, la conducta social y la psicosexualidad) la relación entre educadores y jóvenes se define desde el respeto y la cercanía, a partir de una necesidad y de una búsqueda en el educador o educadora de cariño, atención, diálogo y compañía, bajo una relación descrita como “familiar”.

En los centros se otorga una gran importancia al trabajo bidireccional de arraigo con las organizaciones del barrio como aspecto básico para la integración de las jóvenes y los jóvenes migrantes, y también a las cuestiones de género, que son abordadas directa o indirectamente de distinto modo en casi todos los centros y servicios.

En el ámbito del desarrollo físico, que engloba aspectos como el autocuidado, la prevención de consumo de tóxicos o la salud sexual, se han identificado dos posturas distintas. Por un lado, las personas educadoras de servicios de protección de emergencia, de servicios de primera acogida y de atención integral y de centros residenciales de educación intensiva (CREI) y de acción educativa (CRAI) relatan que el consumo de tóxicos muchas veces representa un problema, a la vez que se prohíbe el consumo.

La importancia de la educación

En el ámbito intelectual y de aprendizaje, que tiene en cuenta las capacidades cognitivas básicas, las competencias instrumentales básicas y el desarrollo académico y psicomotriz, uno de los principales problemas de la población en riesgo de exclusión social es la falta de oportunidades educativas o la escasa importancia que se concede a la educación.

Finalmente, en el ámbito profesional, centrado en el acceso al mercado de trabajo y al desarrollo de la ocupación, los jóvenes mayores de 16 años siguen distintos itinerarios formativos, aunque la vía preferente son programas de formación e inserción (PFI). La mayoría realiza alguno de estos programas y logra trabajar en algo relacionado con la titulación, lo que satisface sus expectativas de proyecto migratorio a través de la formación. Cabe destacar que las modalidades y ámbitos de intervención no son diferentes para los jóvenes que migran solos y para los autóctonos. La diferencia estriba en las necesidades que presentan ambos colectivos. Estos jóvenes tienen un proyecto migratorio muy claro y fundamentado, pero su trayectoria hasta llegar a los centros de acogida ha estado plagada de experiencias traumáticas que requieren de una respuesta de larga duración.

Referencia:

Vilà, R., Sánchez, A., Freixa, M., & Corti, F. (2024). Acción socioeducativa con jóvenes que migran solos. Bordón. Revista De Pedagogía, 76(3), 125–143. https://doi.org/10.13042/Bordon.2024.100024


Autores del artículo divulgativo:

Ruth Vilà Baños (Universitat de Barcelona), Angelina Sánchez Martí (Universitat Autònoma de Barcelona), Montserrat Freixa Niella (Universitat de Barcelona), Franciele Corti (Universitat Abat Oliba CEU)

Fuente: Scientias

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