Esta investigación, desarrollada como parte de una tesis doctoral, indaga en los sentimientos que experimentan los docentes al ser observados en el aula. Para ello, se llevó a cabo un estudio de caso mediante entrevistas en profundidad a catorce profesores del departamento de idiomas de una universidad. Los resultados indican que, aunque la observación puede generar incomodidad al inicio, su impacto puede ser positivo para el desarrollo profesional siempre y cuando se base en criterios claros y se acompañe de una retroalimentación constructiva.
Ser observado mientras se enseña no es una experiencia fácil para los docentes. Muchos sienten nervios y rechazo ante la idea de que alguien evalúe su desempeño, sobre todo si no hay criterios claros sobre qué se está valorando. Esta reacción es común incluso entre profesores con años de experiencia.
En un estudio reciente hemos analizado cómo afecta la observación en el aula a los docentes y hemos confirmado que, aunque al principio genera rechazo y ansiedad, con el tiempo estos sentimientos tienden a disminuir. Sin embargo, los profesores siguen preocupados por su desempeño y por la percepción de su competencia profesional, lo que en ocasiones genera más estrés que la propia observación.
La práctica de observar clases tiene una larga tradición en países como Estados Unidos, Australia y el Reino Unido, donde comenzó en los años sesenta con el objetivo de fomentar la reflexión y el aprendizaje entre docentes. Sin embargo, el impacto de esta herramienta depende en gran medida de cómo se lleve a cabo.
Clima de confianza
El estudio destaca la importancia de que exista un clima de confianza y respeto entre observador y docente. Un aspecto clave es el tipo de observación que se realiza: cuando se lleva a cabo entre docentes con un propósito formativo, enfocada en el aprendizaje mutuo y la mejora continua, se genera una experiencia más positiva y enriquecedora. En cambio, si la observación tiene un carácter evaluativo y es realizada por un superior jerárquico, puede generar inseguridad y estrés.
También es fundamental el papel del observador. Si el docente percibe que la persona que lo observa no tiene experiencia suficiente o carece de tacto al hacer sus comentarios, es más probable que rechace las sugerencias y se sienta cuestionado en lugar de apoyado. Para evitar esto, el estudio destaca la necesidad de formar a los observadores en técnicas de observación y en una retroalimentación constructiva.
Además, se ha observado que la presencia de un observador en el aula influye en el comportamiento de los alumnos, quienes tienden a mostrarse más atentos y participativos, lo que en algunos casos mejora el ambiente de aprendizaje.
Claves para una observación eficaz en el aula Basándose en los resultados del estudio, las investigadoras proponen tres claves fundamentales para que un sistema de observación en el aula sea eficaz: fomentar la confianza y el respeto entre observadores y docentes, proporcionar formación específica sobre el proceso de observación y garantizar que tenga un propósito claro. Estas recomendaciones pueden servir de guía para mejorar las prácticas de observación en distintos contextos educativos.
Referencia:
Martínez Vargas, A. E., & Redondo-Duarte, S. (2024). La inquietud ante la observación en el aula en el docente de lenguas extranjeras. Bordón: Revista de pedagogía, 76(3), 79-97. https://doi.org/10.13042/Bordon.2024.101884
Autores del artículo divulgativo:
Ana Elena Martínez Vargas
Universidad Europea de Madrid
Sara Redondo Duarte
Departamento de Estudios Educativos
Universidad Complutense de Madrid
Fuente: Scientias
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