La violencia sexual en la pareja: un problema difícil de detectar

Un estudio de las universidades de Valencia y Alicante ha evaluado a 110 mujeres, 80 de ellas víctimas de maltrato, y ha analizado su reconocimiento como víctimas de violencia sexual en pareja mediante entrevistas. Los resultados muestran que la identificación aumenta si se pregunta directamente por coerción sexual y que, sin violencia física, el reconocimiento es más difícil. Esto destaca la importancia del método de evaluación para detectar la violencia sexual.

La violencia sexual en la pareja es un problema grave y difícil de identificar. A menudo, las propias víctimas tienen dificultades para reconocerla debido a creencias sobre las relaciones íntimas, estereotipos de género o el desconocimiento de las distintas formas de violencia sexual.

En un estudio conjunto de las Universidades de Valencia y Alicante hemos destacado la coerción sexual como un indicador clave para identificar a las mujeres víctimas de violencia sexual dentro de la pareja. Los hallazgos subrayan la importancia de formular preguntas adecuadas para detectar estos casos y diseñar estrategias de intervención más eficaces.

La coerción sexual en la pareja

La coerción sexual es una forma de violencia sexual en la que una persona obliga a su pareja a mantener relaciones sin su consentimiento, sin necesidad de fuerza física. Puede ejercerse mediante chantaje emocional, amenazas o manipulación. Muchas víctimas no reconocen estos actos como violencia sexual porque están normalizados dentro de la relación o creen que «es su deber» como pareja. Sin embargo, la coerción sexual afecta gravemente la autonomía y el bienestar de la mujer.

Algunas víctimas participan pasivamente en la relación forzada para minimizar el daño o acelerar su finalización, lo que dificulta aún más la identificación del abuso. Además, el hecho de haber consentido relaciones previas puede dificultar que reconozcan la ausencia de consentimiento en un encuentro específico como violencia.

Violencia sexual sin violencia física: la dificultad de reconocerla

La violencia sexual en la pareja puede darse sin agresión física, lo que hace que muchas víctimas tengan más dificultades para identificarla. El estudio confirma que, si no hay signos evidentes de violencia, muchas mujeres no reconocen el abuso, aunque ocurra bajo presión emocional, chantaje o manipulación.

Esta dificultad no implica ausencia de daño, sino que responde a creencias arraigadas que llevan a algunas mujeres a percibirlo como una obligación conyugal o a temer que no serán creídas. Cuando la coerción implica fuerza física, es más fácil reconocerla como violencia, pero cuando se ejerce a través de manipulación emocional o presión social, su identificación resulta más compleja.

Para abordar este problema, es crucial formular las preguntas adecuadas. Preguntar de manera general si una mujer ha sufrido violencia sexual en la pareja puede no ser suficiente. En cambio, preguntas específicas sobre si ha sido obligada y de qué manera pueden ayudar a detectar casos de abuso que, de otro modo, quedarían invisibilizados.

El impacto en la salud de las víctimas

El estudio también señala que la coerción sexual en la pareja puede tener consecuencias graves para la salud física y mental de las víctimas. Entre los efectos más frecuentes se encuentran: trastornos de ansiedad y depresión, provocados por el sentimiento de indefensión y la pérdida de autonomía sobre el propio cuerpo; problemas en la salud sexual y reproductiva, como dispareunia (dolor durante las relaciones sexuales), disminución del deseo sexual o embarazos no deseados; así como aislamiento y deterioro de la autoestima, ya que muchas mujeres internalizan la culpa y evitan hablar sobre su situación.

Estos hallazgos refuerzan la necesidad de abordar la violencia sexual en la pareja no solo desde el ámbito legal, sino también desde la atención psicológica y médica.

Visibilizar para erradicar

Una de las principales conclusiones del estudio es que muchas víctimas de violencia sexual en la pareja no denuncian porque no reconocen la coerción sexual como una forma de violencia. Creen que su situación es única, vergonzosa o incomprendida, cuando en realidad forma parte de un problema estructural.

Sin embargo, identificar y nombrar estos actos de abuso es un paso crucial en el proceso de recuperación. Con la sensibilidad y el profesionalismo adecuados, es posible ayudar a las víctimas a reconocer lo que han vivido y brindarles apoyo para que no sufran en silencio.

El estudio destaca que la clave para la detección es hacer preguntas concretas y directas, en lugar de asumir que la violencia sexual solo ocurre de manera explícita o evidente.

Romper el silencio sobre la coerción sexual en la pareja es fundamental para combatir la violencia de género. Solo visibilizando estas dinámicas podemos avanzar hacia relaciones más igualitarias y libres de violencia.

Referencia:

Pons-Salvador, G., Martínez Sanz, A., & Mañas Viejo, C. (2025). Heterosexual Partner Sexual Violence: Identifying Women Victims Through Questions on Sexual Coercion. Journal of Interpersonal Violence, 0(0). https://doi.org/10.1177/08862605241311614

Autoras del artículo divulgativo:

Gemma Pons-Salvador
Unidad de Investigación Agresión y Familia
Facultad de Psicología
Universidad de Valencia

Alicia Martínez Sanz y Carmen_Mañas_Viejo
Universidad de Alicante

Fuente: Scientias

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