Investigadoras de la Universitat de les Illes Balears han analizado la relación entre orientación política y actitudes hacia el acoso sexual en una muestra de estudiantes. Los resultados muestran que quienes se identifican con la izquierda rechazan más los mitos sobre el acoso y los piropos que quienes se consideran de derechas. Dentro de este último grupo, los hombres los aceptan más que las mujeres. Estos hallazgos resaltan la necesidad de educar y combatir los estereotipos de género, así como abordar este problema como colectivo, más allá del género o la orientación política.
El acoso sexual es un problema social extendido que afecta a diversos ámbitos, incluidos el laboral, educativo y público. Según la Macroencuesta de Violencia Contra la Mujer de 2019, en España el 40% de las mujeres de 16 años o más ha sufrido algún tipo de acoso sexual. En el ámbito universitario, el proyecto europeo UniSAFE revela que el 62% de las personas encuestadas ha experimentado violencia de género y el 31% ha sido víctima de acoso sexual. Sin embargo, estas cifras pueden subestimar la magnitud real del problema, ya que muchas víctimas no denuncian por miedo o normalización de estas conductas.
Uno de los principales obstáculos para combatir el acoso sexual es la persistencia de mitos que lo minimizan o justifican, culpabilizando a la víctima. Creencias como que las mujeres exageran sus denuncias o disfrutan de la atención sexual recibida refuerzan la impunidad de los agresores y desincentivan las denuncias. Para erradicar el acoso, es fundamental desmontar estos mitos y reconocer conductas que, aunque sutiles, también forman parte del problema, como los comentarios sexistas y las proposiciones con connotaciones sexuales. En España, los piropos son una forma habitual de acoso en el espacio público. Aunque algunos los consideran halagos, desde una perspectiva feminista refuerzan estereotipos de género y cosifican a las mujeres, generando incomodidad y miedo, e incluso llevando a evitar ciertos espacios.
Desde hace relativamente poco tiempo, la Ley Orgánica 10/2022, más conocida como la «ley del solo sí es sí» ha impulsado la criminalización del acoso callejero buscando fomentar un cambio cultural hacia el respeto y la igualdad, promoviendo la erradicación de conductas que perpetúan la discriminación y la violencia de género. A pesar de que el acoso sexual es una de las violaciones de derechos humanos más extendidas y silenciadas, afectando a personas de todos los grupos demográficos, la aplicación de esta ley ha sido objeto de debate político y ha sido impulsada sobre todo por partidos de ideología de izquierdas.
Los valores de la derecha pueden generar un conflicto con la identidad de género
En nuestro estudio con una muestra de alumnado de la Universitat de les Illes Balears (UIB), analizamos la relación entre actitudes hacia el acoso sexual y orientación política. Los resultados indican que el alumnado de izquierdas acepta en menor medida los mitos sobre el acoso y rechazaba más los piropos en comparación con quienes se identificaban con posiciones de centro o derecha. Dentro de este último grupo, los hombres tienden a aceptar más estos mitos y a rechazar menos los piropos que las mujeres conservadoras. Esto sugiere que los valores tradicionales asociados a la derecha refuerzan la identidad partidaria de sus seguidores y, en el caso de las mujeres conservadoras, pueden generar un conflicto con su identidad de género, especialmente cuando sus creencias políticas chocan con el rechazo al acoso sexual.
Estos hallazgos subrayan la necesidad de diseñar estrategias que desmantelen mitos y corrijan creencias erróneas sobre el acoso sexual. En este sentido, las universidades deben implementar píldoras formativas específicas, protocolos claros y sanciones contundentes. Además, es fundamental educar desde edades tempranas, promover valores de igualdad en los medios de comunicación y sensibilizar a la sociedad a través de campañas como #MeToo. Para que estas iniciativas sean efectivas, es clave abordar el acoso sexual como un problema comunitario de dignidad humana, fomentando la responsabilidad compartida en su prevención y denuncia. No debería ser una cuestión política, sino reconocerse como una preocupación universal que trasciende las fronteras ideológicas.
Referencia:
Ortiz-Bonnin, S., & Blahopoulou, J. (2025). Political Orientation and Attitudes Toward Sexual Harassment: The Moderating Role of Gender. Journal of Interpersonal Violence. https://doi.org/10.1177/08862605241308292
Blahopoulou, J., Ferrer-Pérez, V. A., Bosch-Fiol, E., & Ortiz-Bonnin, S. (2025). Yes, we can make a difference: evaluating the effectiveness of a brief training intervention for preventing sexual harassment in higher education. Journal of Gender-Based Violence, 9(1), 109-127. https://doi.org/10.1332/23986808Y2024D000000048
Autoras del artículo divulgativo:
Joanna Blahopoulou y Silvia Ortiz-Bonnin
Departamento de Psicología
Universitat de les Illes Balears
Fuente: Scientias
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