Cerca de la mitad de las personas que son testigo de situaciones de acoso callejero a las mujeres intervino alguna vez, especialmente cuando percibió la situación como grave, o bien conocía a la víctima o al resto de personas testigo. Así se desprende de los resultados de un estudio que subraya la necesidad de educar y sensibilizar a la población para promover una intervención segura y colectiva, especialmente fomentando en los hombres una mayor empatía y compromiso frente al acoso.
El acoso callejero es una de las formas más comunes de violencia contra las mujeres, limitando su libertad en los espacios públicos. Además de afectar directamente a las víctimas, este tipo de violencia moldea la percepción social sobre lo que se considera aceptable.
En este contexto, la reacción de las personas testigo y su predisposición a intervenir resultan clave en su erradicación. Por ello, hemos realizado un estudio centrado en conocer las experiencias de quienes han sido testigos de situaciones de acoso callejero.
Cuándo y cómo intervienen las personas testigo
Cerca de la mitad de las personas participantes intervinieron alguna vez ante una situación de acoso. Su reacción dependió principalmente de la gravedad percibida y del contexto. En general, las personas testigo tendían a actuar con más frecuencia cuando señalaban la situación como grave, aunque esa gravedad era una percepción subjetiva de la persona testigo. Algunas personas consideraban grave un comentario sexual, mientras que otras calificaban como leve un intento de beso no consentido.
La presencia de otras personas testigo también puede ser un elemento clave para la intervención. Cuando se trataba de personas conocidas (amistades, pareja o familiares), la probabilidad de intervención era mayor que cuando eran desconocidas, sobre todo entre los hombres.
La forma más habitual de respuesta fue la intervención directa, generalmente enfrentando verbalmente al agresor. Algunas personas lo hicieron de modo asertivo, otras reaccionaron con ira o violencia. En menor medida, también se observaron gestos no verbales, como interponerse o mostrar desaprobación.
Otra forma en la que las personas testigo intervenían fue la ayuda a la víctima sin confrontar al agresor, por ejemplo, preguntándole si estaba bien o acompañándola a un lugar seguro. También se registraron intervenciones menos comunes como llamar a la policía, distraer la atención de la agresión o mantenerse vigilante. Las estrategias de distracción, aunque recomendadas en programas preventivos, fueron muy poco utilizadas, y la vigilancia pasiva, aunque no implica acción directa, refleja una disposición a intervenir que podría reforzarse si se diese a las personas testigo la formación adecuada.
Por qué deciden intervenir
Alrededor de la mitad de las personas que dijeron intervenir lo hicieron movidas por convicciones éticas, morales o de sentido de la justicia. Otras lo hicieron por empatía y solidaridad, especialmente mujeres que reconocían el acoso por haberlo sufrido o por conocer a otras mujeres que lo habían sufrido, queriendo ofrecer el apoyo que ellas o sus allegadas no recibieron. Algunas personas intervinieron al percibir que la víctima estaba paralizada, asustada o acorralada, o que la situación podía escalar, poniendo en peligro la integridad física de la víctima.
Por qué no intervienen
La causa más citada fue miedo al agresor o a represalias por su parte, sobre todo si los agresores eran múltiples. Otras personas participantes percibieron las situaciones de acoso como demasiado breves o en un momento inoportuno. Esta percepción de falta de tiempo o circunstancias adversas impidió que muchas personas interviniesen, aun habiendo identificado la agresión.
Otros motivos menos repetidos fueron pensar que no hacía falta al ver que la víctima respondía o se marchaba, no saber qué hacer, o dudar sobre cuál es la mejor estrategia para utilizar en cada situación, o sobre si lo que presenciaron era realmente una agresión.
Fomentar la responsabilidad ciudadana entre los hombres
El estudio muestra que, aunque existe una conciencia generalizada sobre el acoso callejero, muchas personas testigo aún sienten miedo o no saben cómo actuar. Suelen asociar la intervención con la confrontación directa, pese a que existen opciones igual de válidas e incluso más seguras. Además, se observa una diferencia de género en los motivos de intervención. Por ello, se recomienda fomentar, sobre todo entre los hombres, una responsabilidad ciudadana compartida y una actitud empática.
Referencia:
Vázquez-González, L.I.; Ferrer-Pérez, V.A. Unveiling the Bystander’s Role: A Qualitative Study on Interventions in Street Harassment Against Women. Sexuality & Culture 29, 2490–2519 (2025).
DOI: https://doi.org/10.1007/s12119-025-10380-x
Autoras del artículo divulgativo:
Leila I. Vázquez González, Victoria A. Ferrer Pérez
Grupo de investigación “Estudios de Género”
Universidad de las Islas Baleares (UIB)
Fuente: Scientias
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