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La Ruta MeToo Universidad ha mejorado la salud de las supervivientes

Un análisis del impacto de la ruta MeToo Universidad en 13 universidades españolas ha evidenciando que sus actividades ayudaron a reducir el aislamiento y mejorar síntomas físicos y emocionales de las personas asistentes, incluidas víctimas de violencia. Con 111 encuestas y 4 entrevistas, el estudio destaca el papel clave del respaldo y posicionamiento institucional para aumentar la percepción de seguridad y promover espacios solidarios que apoyen a las víctimas.

El impacto de la violencia de género en todas sus formas sobre la salud y el bienestar de las víctimas está ampliamente documentado en la literatura científica, evidenciándose efectos tanto en la salud física como en la mental. Entre las secuelas físicas destacan trastornos digestivos y dolores crónicos, mientras que a nivel emocional se observan problemas graves como ansiedad, depresión y una persistente sensación de aislamiento. Estos efectos pueden intensificarse si las víctimas y sus aliados enfrentan lo que se conoce como Violencia de Género Aisladora (IGV, por sus siglas en inglés), que consiste en represalias dirigidas contra quienes apoyan y protegen a las personas afectadas por la violencia de género. No obstante, son escasas las investigaciones que exploran los efectos positivos que emergen del apoyo y las redes de solidaridad.

Una ruta con más de 20 actividades por 13 universidades

En septiembre de 2022, la ruta del MeToo, impulsada por el movimiento MeToo Universidad, recorrió 13 universidades españolas a lo largo de dos recorridos: norte y sur. Durante cinco días, se organizaron más de 20 actividades, que incluyeron charlas y eventos sociales, con el objetivo de visibilizar el apoyo a las supervivientes y fomentar el compromiso de las instituciones y la comunidad universitaria para crear un entorno más seguro. Ahora, en una investigación publicada recientemente en la revista Healthcare (de MDPI) hemos analizado el impacto de estas acciones en la mejora de los síntomas de salud de las personas participantes.

La investigación incluyó el análisis de las 111 respuestas a un cuestionario que se pasó de forma voluntaria a las personas que habían asistido a alguno de los actos, en las dos semanas posteriores a su celebración. Adicionalmente, se realizaron cuatro entrevistas en profundidad con el objetivo de analizar también los efectos a largo plazo. Los y las participantes relataron cómo el movimiento transformó su percepción de la universidad y su experiencia personal, brindándoles una oportunidad para mejorar su salud, deteriorada por haber sido víctimas de violencia sexual o violencia aisladora.

Testimonios de las participantes

Iris (todos los nombres mencionados son seudónimos para preservar la identidad de las participantes), una investigadora predoctoral que enfrentó IGV mientras apoyaba a estudiantes víctimas de acoso, compartió que sentirse respaldada por una comunidad más amplia le ayudó a aliviar el estrés acumulado, retomar su carrera y recuperar una paz mental que creía perdida.

Pearl, por su parte, compartió cómo las secuelas del acoso y violencia que había vivido influyeron en su salud física: «Me diagnosticaron fibromialgia y síndrome del intestino irritable debido al estrés y la ansiedad que causaron estas experiencias.» Sin embargo, según relata, el apoyo recibido a través del MeToo no solo la ayudó a sentirse menos sola, sino que también le dio herramientas para sobrellevar su situación y visualizar un futuro más prometedor mejorando los síntomas de su salud.

Importancia del posicionamiento institucional

Un factor clave del impacto de esta red de solidaridad fue el posicionamiento institucional al acoger la ruta del MeToo, enviando un mensaje claro: las víctimas no están solas y las universidades se comprometen a actuar contra los casos de violencia. Este respaldo fue crucial para participantes como Melissa, quien describió su experiencia en la Universidad de Extremadura como «liberadora», gracias a un ambiente que priorizó la seguridad y el apoyo.

Una estudiante que asistió al evento que tuvo lugar en Granada subrayó que «la universidad debe ser un espacio seguro para las víctimas y sus aliados, no para los agresores». En general, los testimonios señalaron una reducción del aislamiento y un aumento de la confianza para enfrentar adversidades, impulsados por el sentido de comunidad y solidaridad generado.

Esta investigación destaca la importancia del posicionamiento institucional y de la adopción de acciones basadas en evidencias científicas para proteger a las víctimas, prevenir la violencia de género y crear espacios seguros que favorezcan la recuperación y mejora de la salud de quienes la han sufrido para poder desarrollarse plenamente en el ámbito académico.

Referencia:

Cañaveras, P., Burgués-Freitas, A., & Joanpere, M. (2024). The Role of the MeToo Route in Improving the Health of Gender-Based Violence and Isolating Gender Violence Survivors. Healthcare, 12(23), 2480. https://doi.org/10.3390/healthcare12232480

Autores del artículo divulgativo:

Paula Cañaveras
Universitat de Barcelona
ORCID: 0000-0002-9554-8188

Ana Burgués-Freitas
Universidad de Granada

Mar Joanpere
Universitat Rovira i Virgili

Fuente: Scientias

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